El Crítico Artista (O. Wilde)

ERNEST.- No me mal interprete, querido amigo; pero creo que se deja usted llevar demasiado por su pasión hacia la crítica. Ya que, después de todo, debe admitir que es mucho más difícil hacer algo que luego hablar de ello.

GILBERT.- ¿Más difícil hacer algo que hablar de ello? ¡Todo lo contrario! Incurre usted en un grave error. Es infinitamente más difícil hablar de una cosa que hacerla. Es más, la vida moderna es un claro reflejo de esto que le digo: cualquiera puede hacer historia. En cambio, sólo un gran hombre puede escribirla...

lunes, 4 de enero de 2010

¿Nos vamos o nos quedamos?


La compleja pero sencilla actualidad del Uruguay se acomoda en la expresividad de la globalización, de forma de que seguimos siendo una colonia y lo que pasa afuera nos sigue condicionando de forma elocuente. El mundo no da para “más”, la gente ya no corre sino que se mezcla, y por esto, es que no llegamos a tomar decisiones por cuenta propia sino que preferimos adaptarnos al sistema de turno.

Dejando de lado cualquier concepto de individualidad, ¿Cuál es el mapa a elaborar? No hay más paredes, solo fronteras; que además, no se vislumbran con facilidad pero que nos dejan marcas de seguro. Nos dirigen, nos reacondicionan…

Ahora, el querer soportar la realidad en soledad -no hablo por todos- nos deja un mal gusto al preguntarnos sobre ¿qué carajo estamos haciendo o esperando de nosotros mismos y nuestra actualidad? Todo se resume a una mera ilusión pasajera, de la que buscamos escapar sin perder lugar en la transformación.

¿Podemos, o nos sugieren una o tal otra cosa?, el uruguayo -a mi entender- ya no sabe de que forma responder.

El día a día se vuelve inadmisible, ya que se nos impone por fuerza propia; el trabajo mal pago o el trabajo que no aparece, lo cotidiano se vuelve absurdo y el tiempo no para. Queremos “salir”, queremos que ...

Cuando un uruguayo (en mi caso) no ve posibilidades cercanas de establecerse y conformar su lugar, se pregunta cotidianamente ¿que estoy haciendo? Aquí surge la posibilidad de emigrar en busca de una prosperidad vacía -por la perdida de un localismo prenatal-, de la cual nunca llegamos a madurar, ¿por temor o temblor?

¿Cuando uno sabe realmente cuando elige? El problema adquiere dimensión al entrar en una nueva instancia de la realización personal -audiovisual-, ya que uno por momentos no dispone de los medios suficientes -depende del sujeto- para optar por el camino sino que este muchas veces se encuentra trazado de antemano por el contexto y/o la sensibilidad del consumidor.

¿Qué es lo que esta faltando para propiciar un evento? Hay cierta ignorancia o falta de disposición para reformular al otro, y por consiguiente, a uno mismo. El reflejo individual que proponemos en el enfrentamiento con el otro, crea una inestabilidad (a la hora de relacionarnos) que por aspectos de nuestra inseguridad o vacuidad lo traduce en desconfianza hacia uno y el medio en que se revela.

Y aquí nos encontramos con las diferentes influencias que se mecen sobre nuestra existencia. ¿Quien quiere todo esto?, sino el orden; ¿Cuál? El que nos dan / ofrecen, el que la historia nos planteo y que nosotros incorporamos y reconfiguramos (los griegos, la iglesia, el metal, la energía, las nuevas tecnologías, la virtualidad). Y cada vez adquiere menos sentido, ¿no les parece?

Pero de la misma manera, hoy siglo XXI, es que dicha dinámica adquiere otra forma -la que tu quieras- o no es mas moldeable por lo tanto menos eficaz, y así más incertidumbre así desconfianza y aquí volvemos a lo antes sugerido cuando vamos a apretar la rosca y ..

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