“Soy un turista: no sé nada de política.” Así se define este ahora genial realizador que nos destella con dos biografías de dos grandes de finales de siglo, como fueron J. M. Basquiat y Reinaldo Arenas
Este pintor y escultor intocable de la escena norteamericana -ahora devenido a director de cine-, y sujeto necesario para entender los
Se recibió en arte durante los 70’, y concibió varias obras durante los 80’ donde formo parte de la corriente Pop que tuvo de estandarte a figuras de la talla de Andy Warhol.
En una entrevista realizada hace unos años declaró: “Fue un tiempo espectacular, energético, positivo. Gracias al arte seguimos siendo humanos” -.
Este hombre, ahora entrado en años, ha encontrado otra faceta como realizador cinematográfico en la que encaja de forma inusitada; y, aunque tome caminos ya recorridos, despierta curiosidad sobre qué se traerá entre manos. Estamos esperando su última realización.
En sus dos primeros trabajos como realizador, logró dos increíbles e íntimos filmes, ambos sobre biografías de artistas que no vieron la hora de irse -uno por medio de la heroína y otro a través del Sida-. Pero lo interesante es el enfoque y la forma que nos presenta a estos “artistas”.
Al considerarse uno de ellos, es que logra entender la situación o cree llegar a comprenderla en su foro interno; y esto lo alcanza en tal magnitud que a la hora de llevarlo a lo exterior es que todo coincide, para así darnos cuenta de que si no es tan bueno como parece, al menos lo experimenta de forma cierta.
En otra declaración dice Schnabel: “...Para mi (el saber) es libertad. Hay quienes se sienten mas felices con menos cosas en la cabeza...”-.
En estas dos obras se explora: la vida de J. M. Basquiat (pintor) por un lado, y la de Reinaldo Arenas (escritor) por otro; si se quiere, cada uno como excepción en cada realidad que le tocó vivir o… ¿por qué no?... de qué forma el contexto se adaptó a ellos, o lo contrario.
Lo genial de este director es que conoce, explora tiempos y lugares de forma única, sin dejar espacio a la crítica socio-histórica. Otra cosa a señalar es el tratamiento hecho sobre los personajes en cuestió,n y los actores que los personifican.
El casting, sin lugar a dudas acompañado por el ojo de J. Schnabel, afirma que sin estos semi-dioses no se conformaría de forma consistente estas biopics que tanto nos ilustran el devenir de la historia artística, en este mundo actual tan lleno de vicisitudes.
En Basquiat, Jeffrey Wright (actor de teatro que hizo los deberes), nos deja queriendo más, y la hipótesis de poder considerar esta película un documental, de no ser por las perspectivas adquiridas en el film. Así, nos presenta de forma cruda y simpática a Jean M. Basquiat, artista de la sub-cultura pop del movimiento underground de USA en los ochenta.
En el caso de la segunda película, Javier Bardem nos da una de sus mejores actuaciones hasta la fecha (habrá que ver “Los lunes al sol”), interpretando a Reinaldo Arenas de forma sutil y marcada.
Sabemos que el escritor vivió momentos muy difíciles que no cualquier actor hubiera resuelto de forma tan española. Estas resoluciones requirieron una elaboración del personaje que pocos hayan llegado a vislumbrar o sentir.
Entonces, ¿cuáles son las características de J. Schnabel como realizador? Una narración muy particular en cuanto refiere a lo conocido, pero que no deja de sorprender. Una investigación exhaustiva de cada personaje. Una dirección de actores personal al máximo. Y un manejo de imágenes y composición que genera odio (envidia).
Ahora sí, se hace clave esperar un nuevo film de este realizador que no nos deja de asombrar por el conocido empeño que le pone a la obra, así como los condimentos que utiliza para hacer más gustoso el plato.
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